En 2020, la artista Laura Donkers me invitó a realizar un ejercicio de reconexión en uno de los talleres que había organizado en colaboración con el Kaipātiki Project de Nueva Zelanda.
Kaipātiki Project es un grupo con sede en Auckland especializado en la restauración de arbustos y la educación medioambiental. Empezaron en 1998, con un pequeño grupo de voluntarios que desbrozaban una reserva local evitando que se degradara más. Hoy dirigen un vivero que suministra plantas autóctonas de origen ecológico para proyectos comunitarios de restauración.
Laura Donkers es una profesional de las artes ecológicas que explora la mutualidad, la afinidad y el parentesco, en una praxis dirigida por procesos que conecta el medio ambiente, las comunidades y el lugar. Había organizado un taller de arte ecológico en el que utilizaría la litografía para fomentar la conexión con la naturaleza. Cada participante daría un paseo guiado por la Reserva de Eskdale Bush y, tras aprender sobre las plantas autóctonas, elegiría un árbol para hacer calcos de corteza (mediante una técnica de frottage) y convertir sus patrones en impresiones artísticas.
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor DeepL.com
Mi rol en este taller fue tratar de externalizar (hacer visibles) las emociones y sentimientos que cada participante experimentaría en estas actividades. Por lo tanto, mi desafío de diseño fue crear una herramienta para fomentar la empatía entre las personas y las plantas. Sabíamos que, en este taller, los participantes adquirirían conocimientos cognitivos sobre las plantas nativas y también las percibirían a través de sus sentidos (ver, oler y tocarlas) para crear arte. Esto nos llevó a asumir que desarrollarían una conexión emocional con el mundo natural.
Pero, ¿cómo podríamos ayudar a las personas a llevar estas experiencias a un nivel consciente y reflexivo? Un nivel que permita un cambio de comportamiento y fomente la conservación activa del medio ambiente... Bueno, necesitábamos explorar el ámbito de la empatía botánica.
La experiencia en Kaipātiki
Después de presentar las actividades del taller, las herramientas, los facilitadores y los participantes, nos dispusimos a realizar la caminata guiada. Pero, justo al llegar a un pequeño claro en el bosque, nos preparamos para experimentar la caminata en su máxima expresión a través del ejercicio de apertura de Mindfulness del D4C.
Se les pidió a los participantes que se sentaran en el suelo formando un círculo, tomaran las manos y participaran en una breve meditación. Este ritual de reconexión tenía como objetivo llevarnos voluntaria (o involuntariamente) a la esencia de la vida. "Al experimentar esta conexión, podemos sentir cómo compartimos la misma esencia con otros seres humanos, otros seres no humanos y cada elemento de este planeta y del universo. Al enfocarnos en lo que tenemos en común, y no en las diferencias, alcanzamos las capas más profundas de nuestros sistemas vivos naturales. Al experimentar este nivel esencial, nos sentimos conectados, nos sentimos completos, nos sentimos uno". (G. Baron, 2020)
El ejercicio de mindfulness nos ayudó a cruzar un umbral hacia un espacio seguro para un compromiso genuino. La energía y el tono de la caminata guiada cambiaron; los participantes habían conectado, y ahora las conversaciones eran más profundas, y los silencios solo significaban complicidad.
La caminata se llevó a cabo en un ambiente de respeto, consciencia y curiosidad. Nuestro guía, Neil Henderson, compartió generosamente con nosotros su vasto conocimiento y experiencia sobre las plantas nativas. Escuchamos su voz y las voces del bosque. Nos animó a recordar nuestra verdadera naturaleza, sentir la tierra, disfrutar del aroma del suelo sano y reconocer las historias escritas en la piel de los árboles, historias que luego tomaríamos prestadas al frotarlas contra el papel. Fue una experiencia integral y enriquecedora.
Si fueras una planta, ¿qué tipo de planta serías?
Tras volver al cuartel general, compartimos el almuerzo y anécdotas. Después, rellenamos el lienzo de Empatía Botánica, que invitaba a los participantes a hablar de sí mismos a través de metáforas vegetales. Tenían que entender con qué especie vegetal se sentían más conectados reflexionando sobre preguntas como: Si fueras una planta, «¿Qué aportas/podrías aportar a tu comunidad? ¿Cuáles son tus principales retos y aspiraciones? ¿Qué tipo de entorno necesitas para prosperar?».
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor DeepL.com
Por último, se pidió a los participantes que dibujaran su propia planta y compartieran sus ideas en un círculo.
Para mi sorpresa, los participantes eligieron plantas no tan populares como líquenes, cactus y harakeke, entre otras. Estas elecciones reflejaron la diversidad y singularidad del equipo. He optado por mantener sus palabras en privado, pero para explicar la empatía con las plantas, he recogido algunos ejemplos de este hilo en Quora.com:
- «Me encantan las plantas de todo tipo. Pero me quedaría con la de girasol. Los girasoles son puros y dan semillas como locos. No giran la cabeza para mirar al sol. Sus flores no absorben el sol; son sus hojas las que lo hacen. Giran la cabeza para intimidar y asustar a cualquier depredador con sus rayas y su centro en forma de disco». (José Ramírez Chávez).
- «Preferiría ser un árbol baniano. Tiene una personalidad majestuosa que atrae todas las miradas. Este árbol sirve de apoyo a una gran variedad de fauna, como aves, insectos, reptiles y anfibios, por lo que es útil para reforzar la biodiversidad. Proporciona alimento, refugio y sombra a una serie de beneficiarios. La madera y las hojas tienen valor comercial. Los plátanos absorben grandes cantidades de CO2 atmosférico y producen buenas cantidades de O2. Por lo tanto, es útil para mantener un medio ambiente sano. Sus necesidades propias son muy limitadas. Suelos marginales, menos agua y condiciones mínimas de cuidado no afectan a su crecimiento. Además, es muy fácil de multiplicar por semillas, esquejes o raíces. Vive mucho tiempo. Así, una vez plantada sigue dando servicio durante bastante tiempo». (Tewari Girish Chandra)
- «Un bígaro rosado. Es una hierba perenne y bastante resistente: puede crecer incluso en suelos secos y agrietados y en grietas estrechas de las paredes. También tolera una amplia gama de temperaturas. Además, los alcaloides de la vinca que se obtienen de la planta son útiles como anticancerígenos. Un ser humano fuerte y resistente capaz de curar el cáncer. ¿Quién no querría ser así?». (Adhish Sethi)
- «Yo sería una rosa. Hermosa, de dulce aroma y popular. Pero en el fondo sería una bastarda despiadada, dispuesta a hacer daño a cualquiera que se me acercara. Sería muy quisquilloso a la hora de comer y, si los tiempos se pusieran difíciles, volvería a ser aburrido y sin aroma y, en general, perdería todas mis virtudes, pero seguiría siendo un cabrón despiadado». (Edward Alport)
Esta actividad no sólo sirvió para integrar los conocimientos recibidos (sobre ecología de los arbustos) con los aspectos emocionales de nosotros mismos a través de la empatía botánica, sino que también brindó a los participantes la oportunidad de establecer conexiones genuinas, respetuosas y sólidas entre ellos.
Visualizar la empatía
Esta experiencia nos enseñó que los participantes pueden consolidar su conexión con el entorno natural complementando posturas informativas (que trabajan los niveles cognitivos) como la charla sobre ecología de los arbustos, con aspectos vivenciales (el paseo por la reserva involucrándose sensorialmente con las plantas), y con un ejercicio artístico (la pieza de litografía). Pero es entendiendo cómo este entorno externo se relaciona con nosotros mismos en niveles más profundos como hacemos explícita esta conexión duradera. El lienzo Empatía botánica proporcionó un espacio para exteriorizar visualmente esta conexión emocional y plasmarla en palabras y dibujos.
La empatía es parte integrante de la metodología D4C. Entendemos la empatía como mucho más que una mentalidad, sino como un estado racional y emocionalmente compasivo de conexión con uno mismo, con otros seres humanos y con el reino natural como un todo indivisible. Esta sinergia mente-corazón se presenta como la fase central de la metodología D4C, y la hemos denominado «reconexión». La fase de reconexión es el núcleo de la metodología D4C y debe informar todas las demás fases.
Puede obtener más información sobre la metodología D4C y probar nuestras herramientas para la conservación del medio ambiente.
*Un agradecimiento especial a Laura, al equipo de Kaipātiki y a todos los participantes en esta experiencia.
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